En lo alto de los Andes en Bolivia, los pueblos indígenas se reunieron al amanecer para una ceremonia ritual en honor a la Pachamama, la diosa de la tierra y la fertilidad, con fuegos y ofrendas. En el Día de la Madre Tierra, los seguidores van a zonas más elevadas para quemar pilas de madera con grasas animales, papel de colores y dulces para agradecer a la Pachamama.
En la celebración de este año, que cayó el domingo, la nieve cubrió el suelo cerca de La Paz. Las personas se agruparon en abrigos cálidos y con máscaras faciales contra la propagación del COVID-19. La tradición centenaria, que se extiende desde el norte de Argentina y Chile hasta Perú y Bolivia, se celebra con ofrendas que pueden incluir embriones de oveja, llamas secas, plantas medicinales, huevos, minerales e incluso animales vivos que se sacrifican a la diosa.
Agosto es el mes elegido porque, según las comunidades aborígenes, es el momento en que la Madre Tierra abre la boca con la esperanza de ser venerada con ofrendas. La Pachamama es la máxima deidad del pueblo Aymara y Quechua, la diosa protectora del mundo material, y los creyentes hacen sus ofrendas porque creen que la Madre Tierra se agota después de proveer para la humanidad.
(Esta historia no ha sido editada por el personal de Devdiscourse y se genera automáticamente a partir de un feed compartido).
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